Ya lo sabemos, él necesita tiempo. Eros, desea ser tratado como lo que es: un Dios.

Pero estamos demasiado apurados, ansiosos, estresados. No damos tiempo para el amor. ¿No es eso algo ridículo? ¿Dedicar tiempo a los juegos y mimos? ¡Me da flojera! ¡No tengo tiempo para eso, venga, a lo que hemos venido!

Y entonces nuestro pequeño Dios, se escapa volando, se desvanece. Y a nosotros nos queda la sensación de que hace falta algo. No sabemos exactamente qué. Solo sabemos que nos falta algo. Eros venía cargado de regalos para nosotros. Venía también a enseñarnos más de nosotros mismos y del otro. Pero se ha ido triste y decepcionado, porque nunca lo vimos acercarse. Y cuando se acercó, lo ignoramos. Pensamos que nos bastaba con lo que hacíamos. Pensamos que bastaba con los escasos mimos en los escasos tiempos del encuentro al que estamos acostumbrados. Tiramos a la basura el banquete, y nos conformamos con las migajas. Y creímos que era así. Que eso era todo lo que había.

Hoy vengo a hablarte de Eros y de eso que nos ofrece que conocemos como erotismo. Eros y amor son lo mismo. No podemos desvincular a Eros del amor. Eros es más que genitalia. Eros para expandir sus alas y llevarnos a diversos cielos, requiere de tiempo. Cuando no tenemos tiempo, cuando nos encontramos a prisa, lo excluimos.

Para comprender un poco más lo que nos ofrece y nos pide, pondremos un claro ejemplo: Observa la foto. ¿Cuál es la característica principal de Eros? Podríamos decir que es un niño, con alas que porta un arco y una flecha, ¿cierto?

De acuerdo. Ahora dime, ¿cómo son los niños? Juguetones, creativos, imaginativos, libres de prejuicios y vergüenzas, les gusta explorar, se inventan historias para jugar, usan mucho su imaginación y se les pueden ir las horas jugando, creen que todo es posible… Bueno, pues así como son los niños, deberíamos de ser los adultos a la hora de amarnos. Pero, tenemos a Cronos en contra. El estrés, la vida ajetreada, los problemas económicos, la carrera financiera, los horarios complicados, el cansancio hacen presa de nosotros y entonces, no queda tiempo para Eros. Y se va, cargando entre sus alas todos los regalos que tenía para nosotros con su personalidad.

Y entonces, las parejas, nos acostumbramos a encontrarnos sin Eros. Con el tiempo jugando en nuestra contra. Y lógicamente, nos perdimos como amantes. Porque las migajas no llenan el alma. No bastan. Y nos convertimos en dos con hambre de algo que no sabemos definir qué es. El encuentro sin Eros se desgasta rápido. No deja huella. No ayuda a conectar, a conocernos, a explorarnos. Y algunos menos afortunados sufren ese escaso encuentro, duplicando decepciones.

Dale tiempo a Eros en tu vida. Observa la descripción que hicimos de los niños, y toma en cuenta que para poder hacer así el encuentro, requerimos de tiempo. El tiempo de juego es lúdico, nos enseña a amarnos, descubrimos cosas, unas gratas otras no, pero descubrimos. Y sabemos que a mayor número de encuentros gratificantes, mayor será la vinculación, el apego, el amor, el deseo.

Aunque irónicamente, déjame decirte algo, una vez que incluyes a Eros en tu vida, disfrútalo y aprovecha para construir una relación de pareja como la han deseado siempre. Porque después, con el paso del tiempo, Cronos, vuelve a hacer mella y puede cortar las alas de tu Eros personal, del Eros de tu pareja, y del Eros de ambos.

Eros nos invita también a reinventarnos. Como buen niño podría aburrirse cuando el juego pierde la sorpresa. Pero, como esconde muchas sorpresas bajo sus alas, mientras no dejemos de explorar, él seguirá obsequiándonos más cosas hermosas y nos llevará en sus alas a nuevos cielos con nuevos paisajes, con la misma u otra compañía.

Soy Eugenia Flo, sexóloga sustantiva y recuerda que “el mayor placer, te lo da el saber”.

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Sexóloga Sustantiva. Educadora, conferencista y activista de los derechos sexuales. Máster en Educación Sexual y Sexología. Universidad Alcalá de Henares. Madrid, España.

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