Si, pareciera que la mayoría respondería: “yo hago el amor”, pero quizá haces la guerra sin saberlo.
En muchas relaciones, existe el poder. Con frecuencia encontramos que hay uno que es el que domina (a veces consciente o inconscientemente), uno de los dos rige el cómo, cuándo y dónde de los encuentros eróticos, de la forma de amarse. Y la pareja, a veces no se da cuenta de que está girando en torno a los deseos y necesidades del otro. O lo asume por inercia y se somete. O piensa que así es mejor. O cede el control porque sabe que el otro no cederá… en fin. Motivos hay muchos.
La cosa es que hoy quiero compartirte algo que aprendí de uno de mis maestros. Y es que me parece un tesoro para la construcción de nuestras relaciones. Y el secreto es, invitarnos al DESARME. Es decir… no es posible crear complicidades (entiéndase, complicidades eróticas en este caso), desde el poder.
Al contrario, esta complicidad, al igual que el seducirnos para atraernos, son la materia prima de los deseos. Es decir, desarmarte y olvidar esa guerra de poder y de dominio, es lo que te llevará a despertar en el otro el deseo hacia ti y viceversa.
Las confrontaciones y las imposiciones, alejan. Destruyen. Matan el deseo. Matan las atracciones.
ACERCAMIENTO y COMPRENSIÓN son la clave.
Si usas el poder en tus relaciones, lo único que estás haciendo es: apagar el deseo, la atracción, y por ende, llega el distanciamiento… Tenemos que comprender que hacer el amor no es una lucha de poderes. No es dominar qué se hace, cuándo se hace, cómo se hace y a qué hora se hace.
Es decir. Debemos ante todo, ser conscientes de que somos AMBOS sujetos sexuados. Con los mismos derechos. Cada uno con sus necesidades. Comprender que somos DISTINTOS. Y darle valor a las necesidades y deseos de AMBOS dentro de la relación. Comprendiendo que las formas de vivirse como ese hombre o esa mujer es inmensamente distinta, por el hecho de ser sexuados.
“Con-vivir, más que enfrentarse, es uno de los logros de la condición humana que no se ha tomado en serio. Y eso no puede hacerse sino desde el desarme”. –Dijo mi maestro-.
La complicidad se logra con el desarme.
Los placeres y los deseos se alimentan con el desarme.
“La metáfora y la idea de sexo, no va con el poder. Va con el desarme y la fragilidad. Esta es la idea más sorprendente del sexo, del hecho de ser sexuados..”
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