Ayer por primera vez luego 22 días de su infarto, mi madre se mantuvo despierta y lúcida todo el día ya sin delirios. Cosa que me puso realmente contenta. No voy a contar aquí todas las cosas que he vivido estos días, porque no terminaríamos nunca. Pero hay algunas significativas… Cambiamos los festejos por la lucha de salvar una vida. Y solo quiero compartirlo, para que lo tomes si te sirve:

-LA VIDA SE VA, tal vez demasiado rápido. A veces vemos la vejez demasiado lejana, o no recapacitamos en lo que significa llegar a viej@. Como le decía a mi familia entre bromas: la vida es un círculo, comienza y termina entre cuidados, pañales, papillas, andaderas y la dependencia de que otro te ayude a hacer las cosas más vitales para ti, como comer, ir al baño, asearte. Con la enorme diferencia de que cuando esto sucede en la vejez, y el adulto se da cuenta de lo que sucede, se siente mal por dejar de ser útil, activo, independiente. Se siente una carga, y eso duele, lastima. Y para la mayoría esos aspectos de la vejez son duros de aceptar. Y nada puedes hacer contra ello. Porque la vejez es parte de la vida. Se supone que todos deberíamos llegar a ella. La pregunta eterna es, ¿Cómo llegaremos? ¿En qué condiciones? ¿Habrá quien cuide de mí en la vejez? Bendito aquel adulto mayor que tiene el amor y cuidados de sus hijos, sobrinos, nietos. Pero, ¿Cuántos hay en abandono?

-LA VIDA SE VA y a veces dejas de hacer cosas o de vivir momentos por miedo, por vergüenza, por inseguridades, por estresarnos por el futuro. Y la vida quiere eso, ¡QUE LA VIVAS! No que te quedes ahí sentado viendo como se pasa, rodeado de tus miedos y privándote de cosas hermosas, interesantes, arriesgadas, solo por el miedo. El tiempo parece mucho, pero en realidad es poco, y corre rápido. No lo mal gastes en discusiones estúpidas, en vanidades sin sentido, en rencores que desgastan. El amor es lo que nos saca adelante en esta travesía increíble que es la vida.

-LA VIDA TE ENSEÑA A PREVENIR, estos días no pude evitar al estar en esa sala de urgencias saturada, y conociendo las historias de las vecinas de cama de mamá, pensar en la pirámide poblacional. Ya sé que puede ser tonto pensar en eso ahora, pero no… Doña Virginia es una señora que tuvo 4 hijos. Dos mujeres y dos hombres. Virginia necesita un trasplante de riñón, ya ninguno le funciona, está hinchada y le duele todo el cuerpo, está llorando. Su esposo sufrió una embolia hace apenas unas semanas, y está incapacitado para atenderse solo, pero Virginia ha tenido que dejarlo solito en casa, porque sus riñones ya no funcionan y necesita atención urgente. Virginia está angustiada por su esposo: “¿qué va a comer? ¿y si quiere ir al baño?” Sus dos hijas mujeres viven en la misma ciudad, pero… están muy ocupadas. Entre sus hijos, sus maridos y sus trabajos, les es realmente imposible poder hacer guardias en el hospital, o ir a ver a su padre, o llevarse a su padre a sus casas mientras su madre se recupera. Pobrecitas, hay cosas más importantes que hacer que socorrer a sus padres, seguro. Las reglas del hospital indican que si se desocupa una cama para alguien que está en espera, debe haber un pariente que se haga responsable, se ha desocupado una cama en piso, la siguiente en turno es Virginia, pero como está sola y nadie responde por ella, la trabajadora social vino a decirle que le darán su cama a alguien más, en tanto no venga un familiar a hacerse cargo, la tendrán en la camilla en el pasillo, y por lo tanto, no puede verla el especialista. Virginia llora y me habla para que le pase un kleenex y agua… Del otro lado está Florentina, se ha quebrado la pierna en tres partes por una tremenda caída y su hija de 16 años, embarazada y con amenaza de aborto la cuida las 24 horas. La chica ya no soporta más, tiene 48 horas sentada en una silla dura. Se acerca a su mamá y le dice que lo siente, pero que no se siente bien, y que se irá a descansar. Florentina llora y le dice que se vaya. Florentina al ver que atiendo a Virginia, comienza a pedirme que le de agua, papel, que le llame a la enfermera… En ese pequeño espacio hay una tercera señora, María creo que se llamaba, igual que las otras, totalmente sola. Llegan las charolas de comida, y comienzo a darle algo de fruta a mi madre. María me mira, voltea a ver su charola, voltea a verme de nuevo y sonríe. De acuerdo, no necesito más dije: “María permítame, le acerco su charola” –Gracias!-dijo.

¿Qué tiene que ver esta escena que viví por dos días en la sala de observación, con la pirámide poblacional? Hace poco “Expansión” sacó un artículo que habla sobre ello: “En 2050 la población de ancianos superará a los jóvenes en México”… además ha aumentado la esperanza de vida a 82 años. Muy bien, de acuerdo, nadie tiene la vida comprada, nadie sabe si va a despertar mañana. Pero eso no significa que no podamos prevenir lo que podría ser nuestra vejez. Mucho viejito, pocos jóvenes. Eso huele a adultos mayores solos. Y cualquiera de nosotros podría ser uno de ellos, sobre todo aquellos que decidimos no tener hijos, -aunque como ya vimos, tener hijos no es garantía de estar acompañado en la vejez. Y pensé: si en este pequeño espacio, tengo cuatro mujeres, incluyendo a mi madre, y voy de una camilla a otra, cuando no se le ofrece algo a una, se le ofrece a la otra, ¿qué será dentro de 30 años que seamos aún más adultos mayores? Dentro de 30 años, yo tendré la edad de mi madre. El tiempo de pensar en ello debió haber empezado hace años. Pero nunca es tarde para comenzar a hacerlo. Tengo quizá 20 años, para pensar y prevenir cómo será mi vejez si es que llego a ella.

-LA VIDA TE ENSEÑA que tanto la vida como la muerte son un derecho. Desafortunadamente, socialmente, culturalmente, no está permitido decidir cuándo bajar del tren.

-LA VIDA TE ENSEÑA que es un basto abanico de cosas maravillosas. Buenas y malas. Felices y tristes. Blancas y obscuras. Y de que lo que se trata es de disfrutarla. Entender qué es vivir, no es fácil. Comprender el sentido de la vida puede llevarte una vida. Cada uno decide cómo vivir su vida. Y todo se vale, menos claudicar. Todo se vale, menos no amar. Menos no perdonar. Menos no olvidar. Menos no aprender. Menos no valorar… Vivir con valores, y el principal es el amor. El amor en general, a la vida, a uno mismo, a la familia, a los demás, a lo que haces, a lo que vives, al amor y a la muerte.

-LA VIDA TE ENSEÑA que debes tener un equilibrio y ser realista. Sin que esto te impida vivir y ser feliz. Pero definitivamente, la vejez es algo en lo que todxs deberíamos de pensar. Pues se supone que de ello nadie se salva. Y es en lo que menos pensamos. Alguien me dijo alguna vez: “lo único seguro en la vida, es la muerte”- y dije, bien, es cierto, pero nunca pensamos en ella,- seguramente por lo que nos significa.

Si duda todo lo que vivimos, lo vivimos para algo. De pronto me descubro pensando demasiado sobre el por qué de las cosas. Pues es así como encuentro sentido a lo que aparentemente no logro comprender. Todo un año planee un fin de año diferente. Me prometí largos paseos por la playa en un “merecido descanso”. Pero Dios tenía otros planes. Y mi reserva de energía está ahora en línea roja. De pronto uno puede pensar… ¿Por qué me pasó esto? ¡Este no era el plan! –  Pero realmente lo que sucede es que ya estaba lista para un nuevo aprendizaje. Que me permitirá iniciar un 2017 con algunos cambios en mi filosofía, y con algunos cambios en mi vida. Todos ellos para bien, absolutamente.

Feliz Navidad amigxs!!! Reciban todxs un fuerte abrazo. Gracias a los que han estado pendientes de mí y de mi madre. Por los mensajes, los videos, los buenos deseos. El plan es, regresar a CDMX  a mediados de enero… “el plan”… jajajajaja es bueno planear estando abiertos a los cambios y a la adaptación sin resistencias a ellos.

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Sexóloga Sustantiva. Educadora, conferencista y activista de los derechos sexuales. Máster en Educación Sexual y Sexología. Universidad Alcalá de Henares. Madrid, España.

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