Como sexóloga, acepto, promuevo y reconozco que la sexualidad y por ende los seres humanos somos diversos. Por eso se habla de sexualidades —en plural—, y no de sexualidad, pues puede confundirse creyendo que hay una única forma de vivirse y expresarse como hombres y como mujeres.

Pero como ser humano, no estoy de acuerdo en que existan marcadas divisiones sociales. Como por ejemplo, no estoy muy de acuerdo con los antros o discotecas de la comunidad LGTB y demás letras agregadas. ¿Por qué? Porque me parece que todos deberíamos de poder convivir en un mismo espacio. Y porque me parece que fomenta la discriminación, y la ignorancia sobre la sexualidad humana. Repito, no tienes que estar de acuerdo conmigo si no quieres. Solo expreso lo que pienso.

Sí estoy de acuerdo que haya grupos o clubes especiales de “peculiaridades eróticas” como clubes o bares para swingers, poliamorosos, amantes del BDSM, etcétera, porque precisamente ayuda a las personas con deseos comunes poder conocerse y compartir experiencias. Pero no, separar a heterosexuales de homosexuales. Pues para mí, es como separar el agua y la arena del mar. El mar es uno. Punto. El hecho sexual humano es uno, creo que no hacemos bien separándonos de esa forma.

Y si juntamos el conocimiento de la sexualidad humana que hemos logrado en este siglo en el que vivimos, con la modernidad y las tecnologías que hemos desarrollado, podemos hablar de que estamos ante lo que muchos expertos llaman “la nueva revolución sexual”, la cual abarca muchas cosas, y una de ellas, son las nuevas formas en las que vivimos la sexualidad, las sexualidades.

Modelos de relaciones arcaicos están muriendo y dando lugar a otros nuevos y valiosos. Y no quiere decir, como dirían algunos moralistas conservadores, que la humanidad va en decadencia, no, no tenemos que ver cosas malas en todo esto (cada época ha tenido sus cosas malas y buenas, hoy hay que enfocarnos en las buenas).

Las mujeres por ejemplo, han dejado atrás el modelo de mujer complaciente, como nuestras abuelas y madres que soportaban todo “porque es tu esposo, el que te ha mandado Dios”, “Porque es lo que me ha tocado vivir”, “Porque no quiero dejar a mis hijos sin padre”, “Porque no sé qué hacer si él deja de mantenerme”. Todas estas son frases que escuchamos de nuestras abuelas y que no son parte de nuestra vida como  mujeres modernas.

Las mujeres ahora levantamos la voz. Nos hacemos escuchar. Porque sabemos y reconocemos que tenemos los mismos derechos sexuales fundamentales que los hombres (Organización Mundial de la Salud). Y lo mismo sucede con la comunidad LGTB (que en verdad deseo que un día esto de “comunidad LGTB” desaparezca y hablemos de los humanos como lo que somos, una diversidad absoluta que existe, es real y parte del Ser Humano, le pese a quien le pese, y se hable de la diversidad, incluyendo a los heterosexuales, porque TODOS somos parte de un hecho sexual humano. ¿Qué tal mencionar LGTBH? ¿Suena raro incluir la H? Bueno pues en lo personal me suena más raro en estos tiempos mencionar aparte a la comunidad LGTB. Repito, es mi opinión. Creo que fomenta el estigma de: “ah, eres de los otros”, ¿Cuáles otros? ¿Me explico? Espero que sí.

Pues lo mismo les ha pasado a ellos que al sexo femenino. Hemos cambiado porque estamos informados. Hemos cambiado porque el mundo evoluciona y quien no evolucione con el mundo, se le volverá tarde o temprano en su contra. Pues no puedes vivir en contra de la corriente, sobre todo, cuando esa corriente trata de defender los derechos sexuales de todos los seres humanos. Y el placer, por ejemplo, es uno de esos derechos. Como también el derecho a recibir información laica con fundamento científico de la sexualidad.

La idea ahora es conocer más, para comprender más. Entender que este tren de los derechos sexuales y la educación sexual ya no se detienen. Y que aunque haya opositores, siempre seremos más los que defenderemos y apoyaremos el derecho de mujeres y LGTB’S a vivirse como los sujetos sexuados que son (sin delinquir, claro, como se le exige a cualquier heterosexual), en total libertad y libre elección.

Un abrazo a todos. No me importas de la cintura para abajo, me importas de la mente al corazón. Y recuerda que “el mayor placer, te lo da el saber”.

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Sexóloga Sustantiva. Educadora, conferencista y activista de los derechos sexuales. Máster en Educación Sexual y Sexología. Universidad Alcalá de Henares. Madrid, España.

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