Sí, ya sé que vas a decir que estoy loca. Pero no.

¿De dónde sale el título de este artículo? De la expresión de un esposo desesperado que atendí en asesoramiento privado, cuya historia real me ha inspirado a escribirte hoy lo que vas a leer.

Sabemos, que cada persona es distinta, de acuerdo. Sabemos también que los niveles de deseo varían de una persona a otra. Y que cuando en una pareja uno de los dos pierde el deseo, o bien, ha deseado poco desde siempre, los conflictos con el tiempo aparecen, sobre todo, porque la pareja, que desea más que el otro o la otra, se ve obligado a adecuarse al ritmo del que desea menos. Bajando su frecuencia, para no presionar, para no generar conflictos.

He atendido muchas parejas donde esta diferencia en los niveles de deseo, es muy marcada, y se presenta tanto en hombres como en mujeres. E inevitablemente el 90% ha colapsado, ha terminado separada.

Algo que comento a las parejas, es que no se trata de que la pareja que se ha aguantado las ganas “comprenda”, que el otro o la otra no quiere, no tiene ganas, y ya. ¡No! Tenemos que pensar en el otro, en el que se tiene que aguantar. Y entonces, buscar opciones:

1. El deseo no se puede forzar.

Podemos trabajar el motivo por el cual el deseo se perdió, cuando éste ha sido el caso. Pero cuando la naturaleza de la persona que desea menos es esa, y le viene bien desear poco, porque poco le basta, lo peor que puede pasarle es enamorarse de alguien que tiene un alto nivel de deseo y por lo tanto, de encuentros. Pero desafortunadamente de la frecuencia no se habla cuando estamos de novios, porque andamos quedando bien. Y no queremos perder al novio o a la novia. Y es después, cuando nos vamos a vivir juntos o nos casamos, que aparece la realidad, y comienzan los problemas.

2. El que tiene una mayor necesidad, tiene que buscar opciones con o sin el apoyo de su pareja. 

¿A qué me refiero cuando hablo de opciones? A que las necesidades de la pareja que desea más, tiene que atenderse y ser satisfechas. No podemos, egoístamente decirle: “pues no tengo ganas y te aguantas, deja de pensar solamente en eso”. ¡No! Pues así como para el que desea menos, es una NECESIDAD el no ser forzado, para el que desea más, es una NECESIDAD, satisfacer ese deseo. No se trata de controlar con la mente y ya. La represión tarde o temprano explota. Además, he visto con frecuencia, que comienzan a nacer muchos sentimientos y emociones negativas en la pareja que es rechazada por el que desea menos, y comienzan a dudar del amor del otro.

Así que es importante, hablar de opciones como:

a) Proponer al que desea menos, juegos eróticos en donde participe de forma pasiva, o con poca actividad. Masajes en genitales, observar cómo se autoestimula la pareja mientras la veo y le digo cosas, fantaseamos, etc. Algo que no implique la faena de la penetración, -que es lo que quiere evitar el que desea menos-.

b) Que el que desea más, use juguetes sexuales para satisfacerse, sin que el otro se oponga o se ofenda o se sienta mal. Sino comprendiendo el por qué.

c)      Que el que desea más pueda tener una relación alterna. Un amante. Una amante. De mutuo acuerdo. Y créanme, he trabajado con parejas que adultamente llegan a acuerdos como este. Y la relación de matrimonio o pareja sigue sin conflicto. Sin infidelidad (no hay infidelidad, porque el que desea menos, sabe que su pareja tiene a un tercero con el cual satisfacer esas ganas, y regresa a casa sin conflicto). He visto esto, sobre todo en parejas donde además, la diferencia de edad es de entre 10 y 15 años.

d) Terminar la relación tranquilamente, separarse, comprendiendo que, aunque nos amamos, no nos deseamos con la misma intensidad. Y que amar no nos basta para sacrificar el deseo. Depararse con amor. Es posible.

Plantear estas tres opciones a las parejas que tienen muchos conflictos, rencores y resentimientos a causa de esta marcada diferencia en los niveles de deseo, puede ser o un alivio, o bien, otro conflicto que tienen que enfrentar.

Sobre todo, el que desea menos. ¿Por qué? Porque existen creencias como que la pareja debe de aguantarse. Debe respetar mi “NO” y quedarse quieto (lo cual es injusto), debe de “dejar de pensar en eso”, o simplemente, no deseo separarme y mucho menos permitir que tenga un amante.

Pero cuando trabajamos la madurez emocional. Y el amor sin el sentido de pertenencia, fuera de egoísmos y comprendiendo la realidad de las cosas, dando valor también a los deseos y necesidades del otro, es fácil poder optar por una de las cuatro opciones.

¿Te pasa a ti?

¿Qué harías en una situación como esta?

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Sexóloga Sustantiva. Educadora, conferencista y activista de los derechos sexuales. Máster en Educación Sexual y Sexología. Universidad Alcalá de Henares. Madrid, España.

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