A finales del 2019 recibí varios mensajes relacionados con sacerdotes pederastas. Tanto de personas contándome sus experiencias de abuso por parte de sacerdotes, como comentarios por noticias que pudimos ver en los medios de comunicación.

En febrero del 2019, el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Rogelio Cabrera López, dio a conocer que en los últimos nueve años han sido retirados del ministerio 152 sacerdotes por pederastia. De éstos, no todos están en la cárcel. Y reconoció que la cifra es un estimado ya que no existe una estadística oficial por parte de la Iglesia.

En Estados Unidos, se habla de entre 7,000 y 11,000 sacerdotes acusados.

Fuera de cuestiones religiosas o políticas, entendamos un poco más por qué hay tantos sacerdotes pederastas.

Somos sexuados y por lo tanto deseamos

La ciencia sexológica nos ha ayudado a comprender que somos sujetos sexuados. Y que como tales sujetos sexuados tenemos deseos. Deseamos y somos deseados. Y no podemos separar el ser humanos, del ser sexuados. Por lo tanto, tenemos que reconocer que los deseos existen como una necesidad inherente.

En una ocasión, tuve la oportunidad de entrevistar a un sacerdote en torno a este tema, y él me explicaba, que la fe invita al sacerdote a mantenerse célibe, y a no tener deseos carnales, ni fantasías y mucho menos masturbarse (auto-erotizarse), y que es la decisión de seguir a Cristo lo que los motiva a lograrlo. Y que los sacerdotes controlan el deseo de muchas formas, y que gracias a la fe, se puede evitar el impulso del deseo.

No necesitamos explicar mucho para reconocer que esto no es así. Y que algunos podrán controlarlo, o evitar hablar de que sienten ese deseo, otros podrán distraer la mente, o masturbarse a escondidas, o tener relaciones de mutuo acuerdo y consentimiento entre algún adulto cercano a ellos ya sea hombre o mujer. Pero las estadísticas nos hablan de que la gran mayoría, no puede simplemente decidir no tener deseo y ya. El deseo está. Es parte de nuestro ser sexuado.

Comprendamos esto, para entender lo que pasa por la mente de los sacerdotes. Y repito, unos lo logran, otros no. Pero todos los sacerdotes tienen deseo. Todos. Por el simple hecho de ser humanos. Controlado o no. Reconocido o no. Reprimido o no, pero lo tienen.

Homosexualidad situacional

Se le llama así a la homosexualidad que hombres y mujeres experimentan por períodos largos de confinamiento (encierro, aislados) y sin contacto con personas del otro sexo. Esta homosexualidad situacional suele desaparecer cuando se termina el confinamiento.

Estos casos solemos encontrarlos en las prisiones, en las personas que trabajan muchos meses en barcos pesqueros o plataformas petroleras y claro está, en seminarios y conventos.

Esto podría hacer que una persona que se reconoce a sí misma como heterosexual, o mayoritariamente heterosexual, pueda experimentar deseo y placer con o hacia una persona de su mismo sexo.

La peculiaridad de sentir atracción hacia una persona menor que nosotros

Sabemos que las peculiaridades o particularidades eróticas son tan bastas como el número de personas que puebla el planeta. Y una de ellas es la de sentir atracción erótica, deseo, placer hacia una persona mucho menor. Incluyendo claro, a los menores de edad.

Lo comprendamos o no. Lo aceptemos o no. Esté bien o no, esto es una realidad. Sucede. En algunas culturas está permitido y fomentado incluso, visto simplemente como una posibilidad más, una costumbre incluso.

¿Qué pasa si conjugas esto con la prohibición?

¿Podemos realmente renunciar al deseo erótico solamente con apoyo de la fe? ¿Qué pasa con los sacerdotes que no lo consiguen? Pasa, lo que vemos.           

Pasa que echan mano de lo que pueden. De lo más cercano. Hemos sabido que algunos mantienen relaciones con mujeres cercanas a ellos, y otros tantos, los que producen el escándalo dentro de la iglesia más extendida en el mundo, la católica, echan mano de los menores. De los monaguillos y miembros de los coros de las iglesias, de los que acuden al catecismo, etcétera.

Sabemos que pederastas hay en cualquier ámbito social, político, religioso, cultural. Que no es algo que sucede solamente entre sacerdotes. Pero son ellos los que más escandalizan quizá porque son de quien menos se lo espera la sociedad.

¿Es imposible pensar que la iglesia católica permita en un futuro que los sacerdotes puedan casarse o mantener relaciones con mujeres para evitar así los índices de pederastia? Por ahora creo yo que sí, es imposible.

¿Es todo un reto dentro de unas sociedades cada vez más saturada de estímulos eróticos, encontrar hombres con verdadera vocación sacerdotal, que estén dispuestos a ceder ante tal exigencia? Me parece que sí, sí que lo es.

¿Cuál es la solución? Creo, que la solución estaría en que la sociedad acepte que esto es una realidad que puede ocurrir mientras se les siga pidiendo esta renuncia a los sacerdotes. Que no se cieguen, que no idealicen, que no santifiquen a los sacerdotes.

Tenemos que comprender que como seres humanos, serán sacerdotes, pero no son santos ni carentes de deseos y necesidades eróticas. Y como cualquier otro ser humano, ese deseo no satisfecho podría exigirles atención a muchos de ellos más temprano que tarde.

Así que no hagan a un lado esta posibilidad, y eduquen a sus hijos para poder defenderse del abuso sexual infantil. Y a no confiar. A no creer que porque se trata de un sacerdote no hay peligro. Corren el mismo peligro que con cualquier otro pederasta en cualquier otro contexto o actividad.

Con esto no te estoy diciendo que lo permitamos. Jamás diría algo así. Lo que quiero que comprendas, es que los sacerdotes son ante todo seres humanos imperfectos como cualquiera de nosotros. Que la fe no quita las ganas ni las necesidades. Que el deseo es parte de ellos como lo es de ti. Y que en cualquier momento les puede ganar el impulso. Que no podemos vivir en mundos rosas pensando que al ser sacerdotes, no se mueren por ganas de disfrutar el placer sexual y erótico que es parte de nosotros, de todos.

Evita santificarlos. No te engañes ni engañes a tus hijos. Edúcalos para saber defenderse.

Es nuestra responsabilidad como padres y como sociedad, ser realistas. Y comprender por qué sucede lo que sucede. Comprendiendo la sexualidad, comprenderás muchas cosas del mundo. Y podremos evitar lo evitable.

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Sexóloga Sustantiva. Educadora, conferencista y activista de los derechos sexuales. Máster en Educación Sexual y Sexología. Universidad Alcalá de Henares. Madrid, España.

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